Tras mucho tiempo de aprendizaje, ensayo y error, frustraciones y devanar las neuronas para compensar con inventiva el precario presupuesto que ha lastrado mi evolución artística, puedo dar un paso adelante y tomar lo que empezó como una afición en mi juventud el siglo pasado como una pasión que a día de hoy me define, ya que la creatividad es algo que no deja indiferente al espíritu humano, sirviendo de bálsamo ante esa levedad existencial que nos caracteriza.
Por ello, es mi obligación recordar a todos los que me han ayudado a remar para llegar a este puerto, desde mi familia, sin cuyo cariño y comprensión habría zozobrado, siendo mi mayor baluarte. A ti, Luci, por iluminar la oscuridad, mitigar la intemperie y ahuyentar la soledad en innumerables jornadas. Gracias a mis compañeros de expedición, amigos, que me habéis dado las herramientas para entender esta realidad, y no permitir que todo lo bello de esta vida pase desapercibido.
Os llevo en mi corazón.